El Centro de Atención Especial Kairos de Yopal, donde se internan a los menores infractores de delitos graves, al parecer solo le falta la piscina para ser un resort: esto lo manifestaron exempleados de dicha institución, quienes afirman que en dicho centro los que mandan son los menores infractores y no los docentes y administradores.
El abandono por parte de las directivas, la desidia del contratista que tiene a su cargo el centro y la aparente complicidad y extralimitación de funciones de una persona que tiene como labor la defensa de los derechos humanos, tienen en el desgreño total a este centro de reclusión, que se ha convertido en algo similar a un centro vacacional para menores infractores que literalmente hacen lo que quieren, según lo manifiestan los exempleados.
Al parecer, el contratista que tiene a su cargo la administración de este centro no realiza una selección adecuada del personal que labora allí, además de que las condiciones laborales son deplorables y la seguridad de los funcionarios, más que precaria, es inexistente.
En cuanto a la persona que dice tener a su cargo la defensa de los derechos humanos, se comporta más como un cómplice de los menores infractores, pues no permite que sean objeto del más mínimo llamado de atención, pese a que ya se han presentado situaciones muy graves como, el intento de incineración de las instalaciones, motines, fugas multiples y la agresión física al menos a un funcionario.
Esto se suma al hecho de que, al parecer, personas mayores de edad estarían internas allí con los menores y tanto unos como otros estarían saliendo y entrando a voluntad del centro sin ningún tipo de control.
Se pudo establecer que el sistema de seguridad física de las instalaciones es casi inexistente, el sistema de cámaras de vigilancia lleva años fuera de servicio y no hay una verdadera autoridad oficial al interior del establecimiento.
Al consultar a la policía sobre estos hechos, el comandante del Departamento manifestó que este centro es responsabilidad del ICBF y que los uniformados solo deben pasar revistas esporádicas a las afueras de las instalaciones, pues no tienen permitido el ingreso a las mismas.
Las constantes fugas, la falta de autoridad y la precariedad de las instalaciones han convertido este centro de atención especial para menores en un punto crítico, donde al parecer se estarían gestando hechos delincuenciales y no se estaría dando un proceso de resocialización, como debería ser el objetivo de este tipo de instituciones.
Se espera no solo el pronunciamiento por parte de las directivas del Instituto de Bienestar Familiar como primer respondiente en este caso, también se esperan acciones contundentes para hacer un llamado al orden a estos jóvenes y redireccionar la labor que viene realizando esta institución.»