
Jacqueline Hernández Mariño, una comerciante informal que trabajaba en el centro de Yopal, relató los dramáticos momentos en los que, según su testimonio, sufrió un atentado sicarial el jueves 5 de abril de 2025, y que, afirma, estuvo precedido por una amenaza proferida, presuntamente, por un miembro de la policía.
Su experiencia, marcada por años de presuntos conflictos con uniformados, la ha llevado a denunciar lo que describe como un «infierno» y un riesgo constante para su vida. Denunciando que ha sido hostigada en el lugar donde ejerce su actividad desde hace aproximadamente 16 años. En ese espacio, se dedica a la venta ambulante de mercancías, postres, y otros productos.
Según el relato de Hernández Mariño, el día del atentado, alrededor de las 5:56 de la tarde, mientras se preparaba para ir a recoger a su hijo del colegio, asegura que un agente de policía se le habría acercado y le susurró al oído «Hoy te mueres».
La comerciante afirmó que inicialmente no le dio mayor importancia a la frase debido a los constantes altercados que, según ella, mantenía a diario con la policía en el Parque La Estancia, La frase, sin embargo, cobró un significado siniestro tras los eventos que siguieron.
Minutos después, mientras se dirigía a su casa en motocicleta junto a su hijo por la Carrera 23, cerca de las instalaciones de la empresa Perenco, escuchó disparos.
De acuerdo con su versión, su hijo reaccionó instintivamente, lanzándose al suelo junto a la moto para protegerse. Hernández Mariño afirmó haber recibido seis impactos de bala, pero, sorprendentemente, se mantuvo consciente y de pie, sin sentir dolor inmediato. Pudo ver al sicario, a quien describió como una sola persona en una motocicleta que pasó a pocos pasos de ella.
En su relato, justo después de los disparos, apareció una mujer que parecía seguir tanto al sicario como a ella. Esta mujer se identificó como funcionaria de la alcaldía con conocimientos de enfermería e insistió en que se sentara a pesar de que se estaba desangrando. Hernández Mariño afirmó que la mujer utilizaba un teléfono celular y la escuchó decir «Quedó viva», interpretando que informaba a alguien sobre su estado.
A pesar de ofrecer ayuda, la mujer no llamó una ambulancia y, peor aún, según la víctima, impidió que vehículos particulares que intentaba detenerse, la auxiliaran, diciendo a los conductores que sería un delito llevarla y que la ambulancia ya venía, lo cual resultó ser falso. La comerciante expresó su total convicción de que esta mujer era cómplice y llegó para confirmar si había muerto.
Ante la falta de ayuda, Hernández Mariño logró detener un taxi y se introdujo en él para ser trasladada a una clínica, donde ingresó por sus propios medios. El personal médico se mostró sorprendido por su capacidad para hablar y moverse con seis impactos de bala en el cuerpo. Fue estabilizada rápidamente. Aunque cuatro proyectiles salieron por sí solos, aún conserva dos balas alojadas en su cuerpo, una de ellas cerca de la vena aorta, la cual milagrosamente no fue afectada, y otra en un brazo.
Ella considera su supervivencia un milagro, pues coincidencialmente, momentos antes de los disparos, iba hablando con su hijo de Dios, aconsejándole que debía acercarse más a ÉL, que volviera a la iglesia para agradecerle.
La comerciante vinculó directamente el atentado a una serie de conflictos y hostigamientos que, según su testimonio, ha sufrido por parte de agentes de policía en Yopal. Indicó que estos problemas escalaron a partir de un incidente ocurrido en marzo o abril de 2024, cuando fue conducida a la fuerza al interior del CAI Parque La Estancia.
Esto ocurrió, según ella, después de negarse a abandonar el parque durante un supuesto operativo policial, argumentando la necesidad de vender sus productos. Relató que dentro del CAI fue agredida físicamente por varios agentes, incluyendo a un mayor que, afirmó, la golpeó con un bate, causándole cicatrices, y le robaron 480.000 pesos. Personas que intentaron ayudarla desde afuera también fueron agredidas, según su versión. Este incidente fue grabado parcialmente por su hijo y el video se hizo viral. Hernández Mariño lamentó no haber presentado una denuncia formal en ese momento.
A partir del incidente del video, los hostigamientos policiales se habrían vuelto constantes, incluyendo requisas diarias, maltrato verbal y físico, y supuestos intentos de «cargarla» o «cargar» a sus hijos con elementos ilegales, como drogas o bombas de bazuco.
Según la versión de Jacqueline, el odio y recelo de parte de los uniformados, se debía en buena parte, a que ella estaba enterada de los supuestos cobros que algunos de ellos hacían a expendedores de droga que operaban en este sector, al igual que a las migrantes que laboran como meretrices, bajo la amenaza de deportarlas; la denunciante asegura tener pruebas de estas afirmaciones.
Afirmó también, haber sido objeto de seguimiento por parte de un policía disfrazado de mecánico antes del atentado y que posteriormente lo reconoció en una ocasión que fue llevada a la estación de policía.
Tras el ataque sicarial, relató que un mayor la visitó en la clínica y, al mostrarse sorprendido de que estuviera viva, mencionó el número de disparos recibidos, un dato que, según ella, solo conocían los médicos y los implicados. Manifestó haber evadido dar detalles a los policías visitantes por temor a que la desacreditaran ante el personal médico, señalando que la policía a menudo la describe como un peligro para la sociedad o una importante expendedora de drogas en Yopal.
Estas acusaciones, afirmó, también han sido proferidas por el Secretario de Gobierno de Yopal, quien presuntamente la ha señalado públicamente, acusándola de drogadicta y peligrosa, la victima manifiesta que el funcionario repite las cosas que le dice la Policía como “un loro”, sin indagar ni profundizar la información.
También Relató un incidente en el que supuestamente, el secretario de gobierno acompañado por policía, ingresó a su domicilio sin aparente orden judicial, tomó fotos, registró el lugar, y publicó su imagen en un medio local presentándola como delincuente, además de exigirle pruebas de la legalidad de dos motocicletas que tiene hace tiempo en su casa.
Mencionó también que su relación sentimental con una persona identificada como alias “Malanga”, un actor recurrente que, según ella, dejó esa actividad por el supuesto cobro excesivo de los policías para poder operar; esto le habría generado mayores problemas con los uniformados, quienes aseguraban que seguía en el negocio solamente por verlo al lado de ella.
Actualmente, Jacqueline Hernández Mariño manifestó que su vida continúa en riesgo y que no puede retomar sus actividades comerciales de manera normal ni permanecer en su casa o en un lugar fijo en Yopal, lo que la obligó a salir d ella ciudad.
A pesar de la difícil situación, expresó sentir una mayor paz al no estar sometida a la constante presión y acoso policial diario que, según ella, experimentaba en el parque.
Hizo un llamado a las autoridades, particularmente al Secretario de Gobierno para que no repitiera todo lo que le dicen la Policía como “un loro”, investiguen y aparten a los agentes policiales que, según ella, son corruptos, a quienes responsabilizó de la inseguridad en Yopal y responsabilizándolos completamente de su actual situación.
Jacqueline rechazó tajantemente la versión de las autoridades que indica que el atentado del que fue victima fue perpetrado por migrantes venezolanos, en el marco de la guerra territorial por el dominio de microtráfico que se desarrolla en la ciudad, manifestando textualmente, “antes ellos me cuidan” asegurando que el intento de homicidio no tiene que ver nada con el microtráfico, sino con la persecución de algunos policías.
El Secretario de Gobierno de Yopal Jorge Rodríguez, manifestó que luego de conocer la denuncia, en asocio con la procuraduría y la defensoría del pueblo, adelantaron las gestiones para brindar seguridad a la mujer y su núcleo familiar, donde dispusieron de su traslado a otra ciudad, mientras se adelantan las labores investigativas de las autoridades.
Por otra parte, el funcionario manifestó que la denunciante le presentó personalmente las pruebas al Procurador, quien al parecer ya habría aperturado procesos disciplinarios respecto a este caso.
La presente crónica se basa íntegramente en el relato y la denuncia formal presentada por la señora Jacqueline Hernández Mariño ante la Fiscalía y organismos internacionales. Su testimonio constituye una denuncia grave que describe una serie de presuntos hechos y atribuye responsabilidades con nombre propio de funcionarios de la Policía Nacional.