
Por: José Félix Lafaurie Rivera – 13 de Junio 2025.

La violencia “se volvió paisaje” en Colombia. Ya no es noticia la del nororiente del país en el Catatumbo, que inició apenas hace unos meses y aún no detiene su contador de muertes: 135 a la fecha y más de 90.000 personas afectadas.
Hoy el turno es para el suroccidente en Cauca y el Valle. Un comunicado de la Policía Nacional del 10 de junio informa que, en las 24 horas de ese día, se cometieron 24 atentados terroristas en estos dos departamentos, con saldo de 7 personas muertas y 28 heridas.
Pero hay más comunicados de la misma fecha circulando en redes sin certeza de veracidad, pero haciendo ruido, como todo en las redes: uno del ELN (Frente Urbano Camilo Torres) adjudicándose los atentados en Cali, y otro de las disidencias de las Farc de alias “Mordisco”, con recomendaciones a la población civil para… ¡protegerse de sus atentados! Y en medio de esa confusión el Gobierno, en declaraciones del ministro Benedetti, ya sea porque tiene indicios ciertos o pensando en rescatar las negociaciones con el ELN, se inclina hacia la autoría de las disidencias de “Mordisco”, no solo de la oleada terrorista, sino de una presunta relación con el atentado contra Miguel Uribe.
Sean quienes fueren los autores de la barbarie terrorista en el suroccidente y del cobarde atentado; sea que estén relacionados o no, lo cierto es que, en mi sentir, “les salió el tiro por la culata”, pues el atentado contra el joven precandidato desató un efecto contrario al de sembrar zozobra paralizante entre los colombianos.
El temor no desaparece, pero el atentado contra Miguel parece haber roto ese entorno, no de indiferencia, sino de “impotencia resignada” frente a una violencia creciente y una reacción gubernamental inversamente proporcional, quizás para seguir dándole espacio a su fallida Paz Total. En efecto, alrededor de las esperanzas de su recuperación se han despertado, no solo una ola de espiritualidad -todos oramos por el milagro- y una inmensa solidaridad hacia él y su familia, sino el rechazo a la violencia indiscriminada y, en particular, a la violencia política sembrada en la mentira, el insulto y la instigación al odio, estrategia de lucha del populismo socialista, cuyo principal exponente es hoy el presidente Petro.
Son muchas las iniciativas ciudadanas que le piden al presidente “bajarle al tono”, una de ellas liderada por la Iglesia Católica, que incluyó una reunión con el cardenal Rueda, arzobispo de Bogotá, en la que se habló de desescalar las tensiones políticas y de una próxima reunión que bien podría ser un paso hacia el Acuerdo Nacional que tanto promueve y, a la vez, tanto bombardea Petro en sus “alocuciones” y decisiones de Gobierno.
Pero más se demoró el presidente en despedirse del cardenal que en llegar a Cali a retar al Congreso con la firma del decreto de convocatoria a la Consulta Popular, y a incendiar los ánimos de otro auditorio construido a punta de transporte, refrigerios y generosos convenios con organizaciones “populares” que lo aplauden por encargo.
Esa manifestación en Cali, como un concierto en Bogotá, expresan una desconexión con el sentir del país y la falta de mínima consideración con la familia de Miguel. “Nuestros pensamientos están con Miguel Uribe Turbay, su familia y Colombia”, fue el ejemplar mensaje con el que el embajador británico suspendió la fiesta con motivo del cumpleaños del rey Carlos III. ¿Dónde están los pensamientos del Gobierno, me pregunto, que no quiso suspender el concierto, dizque “de la esperanza”, en un momento en que un país “desesperanzado” no estaba para fiestas?
Mi pensamiento está con Colombia repitiendo sin cesar… ¡Fuerza Miguel!
@jflafaurie