Una situación inusual se presentó en el cementerio de Morichal, donde la familia del difunto Juan Camilo Solano Escobar enfrentó un problema al intentar colocar su ataúd en la bóveda designada, la cual resultó ser demasiado pequeña.
Ante la falta de solución por parte de las autoridades municipales y de la administración del cementerio, empleados de la funeraria y algunos familiares tuvieron que tomar herramientas y ampliar la bóveda contigua para darle una sepultura adecuada.
La funeraria informó que previamente había notificado a funcionarios del cementerio sobre las medidas exactas del ataúd para la elaboración de la bóveda, pero, ante este contratiempo y la urgencia de la situación, se vieron obligados a pagar por una segunda bóveda para ampliar el espacio y continuar con la ceremonia fúnebre.
Este incidente atípico pone de manifiesto la necesidad de mejorar la prestación del servicio en el campo santo, con el fin de evitar que en el futuro los familiares enfrenten dificultades adicionales durante el duelo debido a este tipo de contratiempos.