La devastación dejada a su paso por el huracán de categoría 5 Melissa o como es conocido coloquialmente “el dedo de Diós” ha golpeado al Caribe, dejando una cifra dolorosa de casi cincuenta personas fallecidas entre Haití y Jamaica. Este fenómeno atmosférico, calificado ya como el peor huracán atlántico en casi un siglo, avanza inexorablemente hacia Bermudas.
Melissa ha sido catalogada como la tormenta más potente que ha tocado tierra en noventa años. Cuando azotó Jamaica el martes, alcanzó la Categoría 5, la máxima en la escala Saffir-Simpson, con vientos cercanos a los 300 kilómetros por hora.

Este poder destructivo solo es comparable con el llamado huracán del Día del Trabajo de 1935, que devastó los cayos de Florida con vientos de similar intensidad. Científicos especializados del Imperial College de Londres han analizado que la capacidad devastadora y la fuerza de este huracán se intensificaron debido a las consecuencias del cambio climático provocado por la actividad humana.
El balance provisional es desolador, pues se han confirmado 30 muertes en Haití y 19 en Jamaica.
Aunque Haití no sufrió un impacto directo del ojo del huracán, las fuertes precipitaciones causaron estragos. El conteo oficial en la nación caribeña lamenta el fallecimiento de al menos 30 personas, entre ellas 10 niños. La gran mayoría de estas pérdidas, 23 vidas para ser exactos, ocurrieron a causa de una inundación repentina en el suroeste del país. Además, veinte personas permanecen desaparecidas, lo cual mantiene la preocupación en las comunidades.
Mientras tanto, en la isla vecina, la ministra de Información, Dana Morris Dixon, confirmó a la prensa que el número de muertos a causa de Melissa en Jamaica ascendió a 19. El primer ministro Andrew Holness ha declarado al país como «zona de desastre». Un responsable de la ONU en la zona describió la magnitud de la tragedia, señalando que la devastación en Jamaica ha alcanzado «niveles nunca vistos».
La furia de Melissa, una tormenta que superó la potencia de huracanes tristemente célebres como Katrina, se sintió con especial crudeza en Cuba.

Aunque las autoridades cubanas, por boca del presidente Miguel Díaz-Canel, quien visitó la provincia de Holguín, informaron que no se registraron víctimas mortales, los daños materiales son cuantiosos. En Santiago de Cuba, la segunda urbe más grande de la isla, la tormenta provocó el derrumbe de múltiples secciones de viviendas y arrancó techos. Los habitantes quedaron sin electricidad y era común ver cables de alta tensión tirados sobre el asfalto.
Las autoridades cubanas informaron haber movilizado a cerca de 735.000 personas evacuadas, principalmente en las provincias de Santiago de Cuba, Guantánamo y Holguín.
El gobierno estadounidense, a pesar de su histórica rivalidad ideológica con Cuba, ofreció asistencia a la isla. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, anunció que Estados Unidos está preparado para proporcionar asistencia al “valiente pueblo cubano”. Ya se han enviado equipos de rescate y respuesta a Jamaica, Haití, República Dominicana y Bahamas.
Otros países también han manifestado su apoyo. El canciller venezolano, Yván Gil, informó el envío de 26 toneladas de ayuda humanitaria con destino a Cuba. Reino Unido aseguró una ayuda de emergencia de aproximadamente 3,3 millones de dólares para la región y ha dispuesto vuelos para facilitar la salida de ciudadanos británicos desde Jamaica.
Por su parte, el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, comunicó que su país enviará tres aviones cargados de ayuda humanitaria a Jamaica. Además de las víctimas en Haití y Jamaica, se registraron un fallecido en República Dominicana y tres en Panamá, lo que subraya el alcance regional de esta dolorosa tormenta.
