
La Ley ‘No Más Olé’ no solo representa el fin de la tauromaquia, sino que también marca el inicio de un cambio cultural más amplio en Colombia. Aunque las corridas de toros se realizaban principalmente en ciudades como Cali y Manizales bajo estrictos requisitos judiciales, la nueva ley las erradica en todo el territorio nacional.
Este espíritu de protección animal y reflexión sobre prácticas culturales se extiende a otras manifestaciones costumbristas. Esta ley también prohibe los toros coleados, riñas de gallos, cabalgatas, corralejas y todas las actividades que de alguna manera afecten físicamente a los animales, y le dá al ejecutivo, un plazo perentorio de 3 años para implementarlo en todo el territorio nacional.
La Ministra de las Culturas, las Artes y los Saberes, Yannai Kadamani Fonrodona, ha señalado que la Ley ‘No Más Olé’ «ya luego viene a vincular estas otras prácticas». La Ministra enfatizó la capacidad del ser humano para «reflexionar acerca de cualquier práctica cultural que vaya debilitando y vaya violentando cualquier vida humana animal o cualquier ecosistema».
En el contexto de la controversia generada por actividades como el coleo, considerada una expresión cultural en algunas regiones, la visión del gobierno es clara: si bien en el coleo no se da un «asesinato directo», sí existe una violencia que contraviene la creencia de que la cultura debe ser «un espacio de vida, un espacio de cuidado» para todas las formas de vida, no solo la humana, sino también la animal y la ecosistémica.
Esta visión abre la puerta a repensar y transformar otras prácticas donde se evidencie maltrato o violencia animal, alineándose con el respeto a la vida y el mantenimiento de un ecosistema vital.
La Ley ‘No Más Olé’ es, en definitiva, una declaración contundente de Colombia hacia una cultura de respeto y cuidado de la vida en todas sus formas, sentando un precedente para la reevaluación de las tradiciones a la luz de principios éticos contemporáneos, agregó la ministra de Cultura.
La prohibición se sustenta en estudios que evidencian el profundo sufrimiento de los animales utilizados en las corridas de toros. Estos animales son sometidos a condiciones de maltrato desde su extracción de su ambiente natural, durante el transporte y hasta el final del espectáculo. Experimentan largos periodos sin comida ni agua, altos niveles de estrés y lesiones graves. El sufrimiento físico es científicamente documentado, incluyendo daño a músculos, nervios y órganos vitales, lo que les causa dolor extremo y, en última instancia, la muerte. Este reconocimiento del dolor animal ha sido un pilar fundamental para el avance de la ley.
Por su parte, el senador Alirio Barrera convocó a coleadores, galleros y amantes de las cabalgatas y corralejas en todo el país a iniciar una batalla legal contra la prohibición de este tipo de actividades. Manifestó que, en su mayoría, esta ley atenta contra la economía de un amplio sector del campo y anunció que su cruzada se desarrollará en el ámbito judicial y cultural, con el objetivo de preservar las tradiciones.