
El departamento del Valle del Cauca se encontró sumido en una grave crisis de orden público, desencadenada por una cadena de atentados que se registraron en menos de 24 horas.
Estos hechos ocurrieron justo en la víspera de la visita programada del presidente Gustavo Petro a la ciudad de Cali. Las autoridades reportaron un saldo preliminar de cinco personas muertas y decenas de heridos como consecuencia de los ataques.
Se identificaron al menos seis hechos violentos distintos que tuvieron lugar en Cali, Buenaventura y la zona rural de Jamundí.


La magnitud de esta escalada llevó a las autoridades a convocar de manera urgente un Consejo Extraordinario de Seguridad con el fin de analizar la situación y coordinar las respuestas necesarias.
Ante la alarmante situación, se tomaron medidas de seguridad reforzadas. Se dispuso un esquema especial alrededor del comando de la Policía Metropolitana de Cali y del batallón militar para contener posibles nuevos ataques.
En un esfuerzo por obtener información clave, la Alcaldía de Cali anunció una recompensa de hasta 300 millones de pesos para quienes ofrecieran datos que permitieran dar con los responsables de estos actos violentos.
La cifra de personas lesionadas en la capital del Valle ascendió a 34, según los datos preliminares de las autoridades locales. Este periodo de violencia en el Valle del Cauca se produce en un contexto regional complejo, con recientes ataques terroristas reportados también en el sur y norte del Cauca, y una ola de violencia que ya había dejado víctimas entre la fuerza pública en ese departamento vecino.
El alcalde de Cali, Alejandro Éder, comparó la situación con momentos difíciles del pasado del país, manifestando que en una semana, Colombia pareció regresar a 1989.

