El reloj avanza hacia la medianoche y con ello se cierra otro capítulo en la historia de Casanare, un departamento que nunca deja de sorprendernos, aunque, a veces, lo haga para bien y otras no tanto. Este 2024 nos dejó, como suele ocurrir, un poco de todo: avances significativos, desafíos monumentales y unas cuantas anécdotas dignas de repetir entre carcajadas o suspiros.
Lo que nos dejó el 2024
Un año de luces y sombras
En el ámbito social, tuvimos eventos que recordaron la calidez de nuestra gente, como festivales culturales, iniciativas comunitarias como «Morrolandia» y Pore, que volvió a encender el espíritu navideño en la región.
Por otro lado, también se vivieron momentos que nos dejaron reflexionando sobre la importancia de la convivencia y la seguridad. Los informes de la Policía evidenciaron un aumento preocupante en ciertos delitos, pero también destacaron la captura de bandas criminales que azotaban la región como los “Rompellano” que operaba desde la Capital casanareña.
En la economía, mientras el sector ganadero y arrocero sacaron adelante sus cosechas con más voluntad que apoyo gubernamental, las expectativas para el sector hidrocarbos generaron debates en torno a la sostenibilidad y el medio ambiente, golpeando fuertemente esta parte importante de la economía regional y nacional.
La política no pasó desapercibida
La administración departamental se esforzó por mostrar resultados en infraestructura, educación y salud, aunque no faltaron los escándalos en los municipios, entre perdidas de investidura y escandalos por contrataciones cuestionables y una que otra declaración que nos recordó por qué la política es también un espectáculo.
Expectativas para el 2025: ¿Qué nos depara el futuro?
Con el nuevo año en la puerta, Casanare tiene una lista de propósitos tan grande como la sabana que lo rodea. En primer lugar, se espera que los planes de desarrollo continúen materializándose, especialmente en sectores rurales donde la brecha sigue siendo una herida abierta.
La implementación de la plataforma Bre-B podría transformar la dinámica económica al facilitar transacciones y giros bancarios, pero habrá que esperar para ver si esta promesa no se queda, como tantas otras, en buenas intenciones.
Por otro lado, los festivales tradicionales y las iniciativas comunitarias seguirán siendo el alma del departamento, recordándonos que, pese a todo, la identidad casanareña es un orgullo que se mantiene firme.
Un brindis por lo que viene
Que el 2025 traiga más carreteras en buen estado, menos muertes en accidentes de tránsito y una que otra sorpresa positiva. Que las políticas públicas se traduzcan en soluciones tangibles y no en promesas vacías. Y que nosotros, los habitantes de este rincón llanero, sigamos demostrando que la resiliencia es una de nuestras mayores virtudes.
Como diría Juan Gossaín, “todo pasa, y todo queda, pero lo nuestro es pasar”, así que sigamos caminando por este Casanare que, con sus imperfecciones, sigue siendo el lugar que amamos.