
Durante el último año, cinco casos de violencia extrema contra mujeres en Casanare han permanecido sumidos en una inquietante impunidad, evidenciando una aparente falta de progreso por parte de las autoridades competentes en la identificación, captura y judicialización de los responsables.
La ausencia de respuestas concretas y la lentitud en las investigaciones generaron un profundo sentimiento de desamparo en la comunidad regional.

Uno de los casos que aún clama por justicia es el de Marys Rodríguez Córdoba, una adulta mayor de 86 años cuyo cuerpo fue descubierto sin vida el domingo 7 de abril de 2024 en el caño Canacabare, en la vereda Brisas de Mare Mare de Orocué. Tras el hallazgo, unidades de la Sijín llevaron a cabo el reconocimiento del cuerpo, encontrando heridas en la región occipital izquierda y en la mano izquierda. A pesar de que algunos residentes del área señalaron la presencia de hematomas, no se determinó si estas lesiones fueron producto de un accidente, la intervención de terceros o causas naturales.
El cuerpo fue trasladado a Medicina Legal en Yopal para establecer las causas exactas de su deceso. Sin embargo, a un año del trágico suceso, no se reportaron avances significativos en la investigación de las extrañas circunstancias que rodearon su muerte.

En Yopal, el horror se manifestó con el hallazgo, el 3 de octubre de 2024, del cuerpo desmembrado de Leidy Johana Rendón Quintana, de 27 años, en diversos puntos de la comuna VI. La víctima, originaria de Segovia, Antioquia, había llegado a la capital casanareña pocos meses antes junto a su hijo, de aproximadamente siete años, cuyo paradero aún se desconoce. Las investigaciones preliminares sugirieron que su muerte podría estar vinculada a un ajuste de cuentas dentro de un grupo delincuencial para el que presuntamente trabajaba en la distribución de sustancias ilícitas. Se manejó también la hipótesis de un posible feminicidio perpetrado por su compañero sentimental, dada la forma en que fue desmembrado el cuerpo. A pesar de estas líneas de investigación, las autoridades aun no han señalado responsables directos por este crimen, dejando su caso en completa impunidad.

La desaparición de Ángela Patricia Salas Ruiz, una joven de 22 años reportada como ausente desde los primeros días de septiembre de 2024 en Yopal, se sumó a la lista de casos sin resolver. Salas convivía con un hombre conocido como «Vitamina», con quien presuntamente consumía estupefacientes.
Familiares de Ángela sospecharon desde un inicio que «Vitamina» la habría asesinado y ocultado su cuerpo, tras recibir diversos rumores. Aunque las autoridades investigaron la vivienda del sujeto e incluso realizaron una diligencia en el pozo séptico, no se encontraron pruebas determinantes que lo vincularan con la desaparición de Ángela. Testimonios indicaron que Ángela fue vista con heridas dias antes de desaparecer, sugiriendo maltrato por parte de su pareja.
A pesar de las acusaciones y las investigaciones iniciales, el paradero de Ángela Patricia Salas Ruiz continuó siendo un misterio, adicional a este drama, la vivienda donde residía y que es de su propiedad, ha sido invadida por alias Vitamina.

Otro lamentable suceso ocurrió el 27 de octubre de 2024, cuando Erminia Ester Mejía Roa, de 65 años, fue asesinada en la Vereda Palomas, Caserío Las Flores, en la vía Matepantano del municipio de Yopal.
La víctima presentaba una herida de arma de fuego en el cráneo, efectuada al parecer a corta distancia. El hecho se produjo mientras Mejía Roa y su compañero sentimental intentaban reparar una falla eléctrica. El compañero relató haber escuchado detonaciones y haber visto a un hombre huir. Aunque se recopiló información sobre un posible sospechoso, la investigación preliminar reveló detalles que generaron interrogantes, como la reciente relación de la víctima y la oposición de sus hijos a esta convivencia. Este caso también engrosó la lista de homicidios de mujeres en Yopal sin que se conocieran avances significativos en la identificación del autor material e intelectual.

Finalmente, el 7 de diciembre de 2024, la comunidad de Yopal se vio nuevamente consternada por el asesinato en un atque sicarial de Yubi Karina Ramírez Rodríguez, quien tenía aproximadamente cinco meses de gestación.
La víctima fue atacada por un sicario en la carrera 15 con calle 31A, en el barrio Primavera, cuando llegaba a su residencia junto a su esposo. Un hombre le disparó en repetidas ocasiones antes de huir en una motocicleta con un cómplice. A pesar de la conmoción y la movilización de las autoridades, los responsables de este crimen que truncó dos vidas no fueron identificados ni capturados.
Estos cinco casos comparten un denominador común: la falta de resultados concretos por parte de los investigadores, la ausencia de responsables ante la justicia y un manto de impunidad que parece envolver la violencia contra las mujeres en Casanare.
Estos casos se suman a la nueva ola de ataque a mujeres en la capital casanareña, donde mas de veinte casos en las ultimas semanas donde sujetos asaltan a mujeres cuando van en sus motocicletas en movimiento, arrastrándolas y haciendolas caer de sus vehículos por hurtarles sus pertenencias; varias de ellas se encuentran aun hospitalizadas en diferentes cientros asistenciales y se supo que al menos dos de ellas han estado en unidad de cuidados intensivos.
La aparente negligencia en el seguimiento de estas investigaciones genera una profunda preocupación en la comunidad, que clama por respuestas y por la garantía de que estos crímenes no queden en el olvido. Es imperativo que las autoridades redoblen sus esfuerzos para esclarecer estos hechos, identificar a los culpables y asegurar que reciban el castigo que la ley demanda, brindando así un mínimo de justicia a las víctimas y a sus familias.